No hay buenos y malos tratamientos, sólo hay aquél que es mejor para ti.
No hay buenos y malos médicos, sólo hay aquél que es mejor para ti.
Cuánta gente oímos que está siendo tratado por el mejor especialista del mundo en una materia y termina muriendo. ¿Acaso es garantía de éxito? ¿O de más éxito? Nunca es garantía 100% de éxito, pero lo tomamos como si lo fuera, sólo porque si el % de éxito del médico es mayor, tenemos más posibilidades de salvarnos. Y sí, en cierta medida es así, pero si esa decisión la tomo sólo con la esperanza de que ese médico me va a salvar, y me desconecto de mi claridad mental, puede que el camino se tuerza y yo no lo vea. Cuánta gente se ha puesto en manos de los mejores especialistas y también se ha muerto. Y cuánta gente se ha puesto en manos del médico del pueblo y se ha curado. No hay absolutos, no hay garantías, y con la vida, no deberíamos jugar sólo con las probabilidades. Deberíamos aprender a jugar con nuestra claridad e intuición. Porque si no tenemos claridad mental, la vida se convierte en un “Probar compulsivo sin razón para ver si tengo suerte y todo sale bien”. Vivimos así por “Accidente”.
¿Y cómo saberlo? Teniendo claridad interior. Si tengo claridad, podré ver lo que necesito, si tengo claridad, podré encontrar las respuestas a mis preguntas. Si tengo claridad, pondré en funcionamiento la brújula que me guiará a un mejor resultado.
¿Y esa claridad cómo se encuentra? En el silencio interior, en el escuchar lo que sientes, lo que piensas.
Pero también en escuchar tus miedos y preocupaciones, ellas te darán una pista de lo que está haciendo que no tengas claridad.
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